Genocidio de niños por cambio climático: enfermedades y agonía
Por Aldo Villarreal, Presidente de OIVA
Cada mañana, en escuelas que podrían ser cualquiera, los niños hacen fila frente a un grifo que apenas respira. Cuando el agua llega, llega turbia; cuando no, la vida cotidiana cambia de orden: no hay manos limpias, no hay comida segura, no hay clase completa. En los reportes aparece como una cifra fría —más de 2,2 mil millones de personas sin agua potable gestionada de forma segura [1]— y como un conteo que se repite —más de 1.000 muertes infantiles diarias ligadas a agua, saneamiento e higiene inseguros [2]—, pero en la piel es otra cosa: es la tos, la fiebre, la ausencia.
El clima, ya calentado por nuestra mano [3], vuelve más ásperas esas ausencias: las lluvias llegan donde no deben y faltan donde se esperan, los mosquitos suben a lugares donde nunca estuvieron, las diarreas vuelven una y otra vez y los golpes de calor empujan cuerpos pequeños al límite. Si no cambiamos de rumbo, la OMS estima ≈ 250.000 muertes adicionales cada año entre 2030 y 2050 por desnutrición, malaria, diarrea y estrés térmico [4]. Por eso hablo de genocidio en sentido ético: no para encajar a la fuerza en un tipo penal, cuya definición exige la intención de destruir a un grupo protegido [5], sino para nombrar una mortandad evitable que se ensaña primero con la infancia. Y no es un futuro hipotético: 1.000 millones de niños ya crecen en países con riesgo climático “extremadamente alto” [6].
¿Qué hacemos entonces, aquí y ahora? Primero, agua segura todos los días en las escuelas y centros de salud —sin eso, nada camina—: puntos de agua que funcionen, baños dignos y lavado de manos continuo. Luego, energía que no falle para bombear, clorar y refrigerar: cuando la luz se corta, también se corta la salud. Al mismo tiempo, medir lo que importa (cloro residual, turbidez, microbiología) y hacerlo público en tableros, porque lo que no se mide no existe. Mientras tanto, controlar vectores de forma integrada —vigilancia, eliminación de criaderos, alertas enlazadas con la atención primaria—; y, por último, asegurar la operación con financiamiento realista, tarifas sociales y contratos que premien el servicio continuo. Sencillo de decir, difícil de sostener; pero funciona cuando se administra con transparencia y cercanía.
En Agua para la Vida (OIVA) lo hacemos de manera metódica y verificable: integramos WASH, generación de agua del aire (AWG) y energías renovables para fortalecer agua segura y resiliencia en comunidades vulnerables, escuelas y centros de salud. Rendimos cuentas con métricas claras: reducción de episodios de diarrea en menores de cinco años y días de clase recuperados; litros de agua segura garantizados y costo por litro auditado; proporción de demanda cubierta con renovables y emisiones evitadas (t CO₂e); gobernanza local con manuales de operación y participación comunitaria. Publicamos reportes periódicos, porque el derecho a saber también es parte del derecho al agua.
No escribo sobre números; escribo sobre rostros. Sobre la maestra que guarda una botella de cloro como si fuera oro, el enfermero que improvisa una cadena de frío con lo que tiene, la madre que calcula si la caminata de la tarde alcanzará para hervir dos ollas. Uso “genocidio” para recordarnos que no es natural que un niño muera por beber. Si eres escuela, centro de salud o ayuntamiento y quieres medir y mejorar WASH, escríbenos para compartirte el protocolo y la plantilla de tableros. La salida no es épica: es constante, medible y humana.
Notas al pie
[1] OMS/UNICEF JMP (Monitoreo WASH). 2,2 mil millones de personas sin agua potable gestionada de forma segura (definición y estimación). ↩︎
https://www.who.int/teams/environment-climate-change-and-health/water-sanitation-and-health/monitoring-and-evidence/wash-monitoring
[2] UNICEF – Triple Threat (2023). >1.000 muertes infantiles diarias por enfermedades vinculadas a WASH inseguro. ↩︎
https://www.unicef.org/media/137206/file/triple-threat-wash-EN.pdf
[3] IPCC AR6 (WG1), Headline Statements. “Es inequívoco que la influencia humana ha calentado la atmósfera, el océano y la tierra.” ↩︎
https://www.ipcc.ch/report/ar6/wg1/resources/spm-headline-statements/
[4] OMS – Cambio climático y salud. Estimación de ≈ 250.000 muertes adicionales/año (2030–2050) por desnutrición, malaria, diarrea y estrés térmico. ↩︎
https://www.who.int/news-room/fact-sheets/detail/climate-change-and-health
[5] Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio (1948), art. II. Naciones Unidas. ↩︎
https://www.un.org/en/genocideprevention/documents/atrocity-crimes/Doc.1_Convention%20on%20the%20Prevention%20and%20Punishment%20of%20the%20Crime%20of%20Genocide.pdf
[6] UNICEF – Children’s Climate Risk Index. 1.000 millones de niños en riesgo climático “extremadamente alto”. ↩︎
https://www.unicef.org/press-releases/one-billion-children-extremely-high-risk-impacts-climate-crisis-unicef
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