Bogotá 2025: aire que no alcanza, manos que sí

Bruma del amanecer sobre los cerros orientales de Bogotá; portada del artículo sobre calidad del aire 2025.

Bogotá 2025: aire que no alcanza, manos que sí

Una semana real, cuatro movimientos y un piloto barrial para pasar de la alarma a la acción.

Por Aldo Villarreal Camacho

Entradilla. Amanecer sin brisa es raro en Bogotá. Hoy abro la ventana y, en lugar de frío limpio, entra un olor tenue a leña que llega de incendios lejanos. El cerro está, pero lavado; el sol intenta cruzar una gasa gris. Mientras conduzco, en el primer semáforo, un bus frena y arranca; detrás, una volqueta levanta polvo. Una peatona se cubre la nariz y la boca con su suéter: «Sus gestos ya delatan la costumbre».

En pocas líneas: Este artículo recorre una semana real en Bogotá para entender por qué el aire se nos agota, qué ya cambió —electrificación en marcha— y qué falta —carga urbana y control de polvo—. Propone cuatro movimientos prácticos y un piloto barrial para pasar de la alarma a la acción.

En 2017 escribí furioso. Ocho años después, elijo otra ruta: contar lo que vemos cada día y proponer cómo lo cambiamos entre todos. Sin épica; con cumplimiento.

Una semana en tres escenas

Lunes — Kennedy (Carvajal–Sevillana), 7:10 a. m., 16 de febrero de 2025. Una enfermera del Hospital de Kennedy sube a un bus zonal lleno. Al fondo, un niño tose y se queda dormido en el hombro de su mamá. El bus avanza a tirones. Ese día, la estación Carvajal–Sevillana estuvo entre las mediciones de PM2,5 más altas del mes. Cuando el aire empeora, los viajes se hacen más largos y más pesados para quienes menos opciones tienen.

Martes — Puente Aranda (zona industrial), 11:40 a. m., 17 de febrero de 2025. Un conductor de reparto que viene de Corabastos espera turno en bodega. «Con lo que gasté en diésel me alcanzaba para el mercado», dice, mirando un cielo ni azul ni blanco. En corredores con restricción, la carga ajusta horarios y rutas, pero el diésel sigue marcando el aire del sector, según inventarios distritales de emisiones.

Miércoles — Suba (IED jornada tarde), 4:30 p. m., 18 de febrero de 2025. La profe de educación física mueve la clase al aula siguiendo la guía distrital para días con IBOCA alto (el índice oficial de Bogotá). Afuera, una obra levanta un muro y polvo; ahora riegan el piso antes de mezclar, luego de que el administrador adoptó el control de polvo del barrio. Pequeños hábitos, sumados, hacen una gran diferencia.

Lo que respira la ciudad por dentro y por fuera

Una parte de la contaminación nace aquí: buses y camiones diésel, obra sin control de polvo, hornos, motos aceleradas como si no existiera mañana. Otra parte nos llega de lejos cuando hay incendios y el viento sopla hacia la sabana. Por eso hay días en que, aunque no haya más carros que ayer, el aire igual se pone pesado. Bogotá respira desde adentro y desde afuera, y ambas cosas importan. Por eso este texto mezcla vivencias y decisiones que ya podemos tomar.

Lo que ya cambió (y lo que falta)

Sí: hoy ruedan muchos más buses eléctricos que hace unos años. En abril de 2025, la ciudad anunció 269 buses 100 % eléctricos, con operación prevista desde finales de 2025/inicios de 2026, en los patios Portal El Vínculo y Calle Sexta. En junio de 2025, se presentaron 364 buses eléctricos adicionales que reforzarán desde 2026 la troncal (68 y Ciudad de Cali) y el zonal. Con estas incorporaciones, Bogotá completa ≈1.850 buses eléctricos en operación y consolida la transición más grande de la región.

Es un paso enorme. Pero falta la otra mitad de la ecuación: la carga urbana que entra y sale todo el día, las rutas zonales que aún dependen del diésel, las obras que siguen trabajando como si el polvo no fuera problema. Si no tocamos esos frentes, la mejor flota del mundo quedará corta.

Cuatro movimientos que sí cambian la historia

Protocolos que se activan solos. Basados en el SAB (Sistema de Alerta de Bogotá), el pronóstico de la Secretaría de Ambiente y el IBOCA (índice oficial de calidad del aire de Bogotá) y la RMCAB (Red de Monitoreo de la Calidad del Aire de Bogotá), cuando se prevea humo regional o inversión térmica debe arrancar automáticamente un modo “salud primero”: ventanas horarias para carga pesada, límite de velocidad en corredores críticos, control de polvo obligatorio en obra y clases bajo techo en colegios de zonas afectadas. Sin improvisar ni castigar al que cumple. Este esquema ya se ha activado en Alertas Fase 1 recientes en el suroccidente.

Electrificación donde más duele. Acelerar la transición en corredores de peor aire (suroccidente e industrial) y en logística de última milla. Metas por patio y por empresa, con seguimiento mensual y tableros públicos. No promesas, resultados.

Inspección ambiental en vía, con respeto. Operativos diarios pero inteligentes: opacidad, filtros, mantenimiento. Al que contamina, sanción y plan de mejora; al que cumple, pase rápido. Prioridad en corredores de Puente Aranda, Fontibón y Kennedy, y en buses zonales con rezago tecnológico.

Microhábitos que no cuestan millones. Regar el piso antes de mezclar, cubrir escombros, no barrer en seco. Planear rutas para evitar arranques y frenazos. Reprogramar deporte al aire libre en picos de contaminación. Pequeño + constante cambia el aire del barrio.

Cómo nos cuidamos mientras tanto

Lo estructural pesa, pero lo cotidiano protege y empuja. Revisa el IBOCA antes de salir; en días malos, actividad física suave y, si puedes, teletrabajo. Usa mascarilla N95/KN95 en picos si eres parte de un grupo sensible o tienes síntomas. Pregunta a tu mensajería o proveedor: «¿Cuál es su plan para migrar a vehículos limpios?». Si eres maestro o rector, deja por escrito un plan de aire: clases bajo techo en alerta, ventilación cruzada y horarios flexibles. En obra, haz del control de polvo una rutina; si administras, mide y registra. Si manejas, mantén la velocidad constante y el vehículo al día.

Lo que haremos desde Agua para la Vida (piloto Bogotá)

Nuestro trabajo nació con el agua, pero el aire y el agua respiran juntos. Proponemos tres acciones simples para barrios piloto: (1) un tablero de barrio —panel público, físico y web— con el estado del aire del día, medidas activas y canales de atención; (2) escuelas que cuidan —purificadores donados por aliados, protocolos claros de clases bajo techo y señalética amigable—; (3) logística limpia —acuerdos voluntarios con comercios para que un porcentaje de entregas se haga con vehículos eléctricos o a pedal; quien cumple aparece en el mapa del barrio—. Si funciona en un barrio, lo llevamos al siguiente. Así empezamos siempre: pequeño, medible y replicable.

Epílogo: cambiar el aire es cambiar la actitud

Regreso a casa y el sol intenta colarse entre la bruma. En la esquina, un maestro riega el piso antes de cortar; el agua hace shhh y baja la polvareda. Un bus eléctrico pasa en silencio. Óscar, el del camión, me saluda desde una ruta más corta que acordó su empresa. Karen escribe en el grupo del hospital: «Hoy se respiró mejor». No fue magia. Fueron decisiones pequeñas sumadas a decisiones grandes. En un año podríamos contar otra crónica: la del día en que el cielo volvió a ser nítido y ya no fue noticia. Bogotá no necesita épica; necesita cumplimiento.

El agua puede nacer del aire, pero vive en nuestras manos. El aire limpio, también.


Hechos verificados · 2025

  • Febrero: la estación Carvajal–Sevillana registró uno de los promedios mensuales de PM2,5 más altos de la red.
  • 23 de abril: anuncio de 269 buses 100 % eléctricos (patios El Vínculo y Calle Sexta).
  • 26–28 de junio: presentación de 364 buses eléctricos adicionales; la ciudad alcanza ≈1.850 eléctricos en operación.
  • Alertas Fase 1 (suroccidente): activadas por humo de incendios regionales + condiciones meteorológicas adversas, con medidas de protección a población sensible.

CTA — Súmate al piloto. ¿Tu barrio quiere probar el tablero y el plan de aire en escuelas? Escríbenos y lo priorizamos en la ruta de 2025–2026.

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Avatar de Aldo Villarreal

Aldo Villarreal es un líder visionario en sostenibilidad, energía renovable y soluciones tecnológicas ambientales. Trabaja con la firme convicción de que es posible transformar y sanar el planeta a través de la acción, la innovación y una visión ética del desarrollo. Su propósito es claro: dejar un mundo más limpio, justo e igualitario para las generaciones futuras. Con ese compromiso, dedica su conocimiento, energía y liderazgo a proyectos que convierten los grandes retos ambientales en oportunidades de cambio real y sostenible.