El azar del cáncer (y lo que usted puede hacer para no favorecerlo)
‘La lotería de Babilonia’ es uno de los cuentos más inquietantes e hipnóticos de Jorge Luis Borges. Publicado en el libro Ficciones, el relato narra cómo este juego de azar se inició por un interés pecuniario de los participantes, pero al principio no tuvo mucho éxito. Entonces los organizadores decidieron intercalar números que, en vez de premiar al afortunado, suponían perder el dinero o sufrir castigos físicos. Esa incertidumbre relanzó el sorteo. Al ir popularizándose, la organización va adquiriendo poder y haciéndose más hermética. Al final acaba controlando el destino de todos sus participantes. Aunque el cuento puede enmarcarse dentro del género fantástico, hay veces que la ficción describe mucho mejor la realidad que la información veraz.
En la vida, sin quererlo, estamos sujetos a la suerte. Como cantaba Silvio Rodríguez en Causas y azares, el simple hecho de salir de casa supone la posibilidad de encontrarse con un amigo y pasar una tarde de cervezas y risas con la que no contabas, pero también arriesgarse a que te caiga un árbol en la cabeza, te atropelle un coche o alcance un meteorito. Todos son hechos con tan poca verosimilitud que lo más normal es que no sucedan. Por si acaso, cruzamos la calle con cuidado, respetamos los semáforos y esquivamos a las bicicletas por la acera. Hay veces que la probabilidad es difícil de evaluar y tomamos decisiones erróneas. Hay mucha gente que no coge un avión por miedo, sin embargo no tiene inconveniente en subirse a un automóvil. Las estadísticas nos dicen que es más factible sufrir una colisión en un desplazamiento corto, pero como los accidentes aéreos tienen más cobertura e impacto mediático que los de carretera, a la gente les da más respeto.
Mi consejo es sortear las causas evitables; por ejemplo, ponerse crema solar para protegerse de la fuerte radiación solar, hacer ejercicio, no fumar, llevar una dieta equilibrada y, ante la menor duda, ir al médico.
Hay otra lotería terrible a la que juegan todos los seres humanos y de la que no somos muy conscientes: el cáncer. Algunos estudios recientes demuestran algo que ya se sospechaba: uno de los factores más determinantes a la hora de sufrirlo es el azar. El cáncer no es una enfermedad, sino un conjunto de diferentes enfermedades que tienen en común que una determinada célula escapa del control general y empieza a proliferar. Ese aumento puede ser benigno e irrelevante, como un lunar o una verruga, o maligno; tanto que haga metástasis y se extienda a diferentes órganos. La causa que origina que una célula normal mute puede estar determinada por diferentes factores. Y uno de los principales es la (mala) suerte de que la mutación afecte a un gen determinado que controla su crecimiento. Asumir esta circunstancia ayuda a explicar ciertas cosas, como que a medida que envejecemos tenemos más papeletas de sufrirlo, ya que jugamos a la lotería más tiempo, o que una persona alta tenga más probabilidad que una de menor estatura, ya que tiene más células.
Hay que tener en cuenta que el azar también es cuantificable, y si tenemos muchos números, más nos puede tocar. La Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer, perteneciente a la OMS, elabora una lista de todos los compuestos y actividades en función de su carcinogenicidad. En la posición 1 se encuentran el tabaco, los materiales radiactivos, algunos productos químicos, pero también la carne procesada, incluyendo hamburguesas, salchichas y embutidos. Esto debería hacernos pensar: ¿es tan peligroso el plutonio como el jamón serrano? La respuesta es obvia, no. La lista solo dice qué compuestos aumentan la probabilidad de padecer esta terrible enfermedad, pero no cuánto la aumentan. Cincuenta gramos de plutonio pueden matar a toda su escalera de vecinos, pero la misma cantidad de jamón le puede sentar genial en un bocadillo. Lo que pasa es que si uno abusa de este rico manjar puede aumentar la probabilidad de contraer un cáncer colorrectal. Así que aunque el azar influye, eso no quiere decir que no podamos hacer nada. Por lo tanto, mi consejo es sortear las causas evitables; por ejemplo, ponerse crema solar para protegerse de la fuerte radiación solar, hacer ejercicio, no fumar, llevar una dieta equilibrada y, ante la menor duda, ir al médico. No juegue a la lotería de Babilonia, que si le toca, es peor.
Fuente: https://www.weforum.org/
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