¿Concienciados con el medio ambiente?
La protección del medio ambiente cobró a nivel internacional un gran protagonismo en 2016 y, además, de forma positiva en un año que precisamente no será recordado por haber sido prolijo en buenas noticias. A finales del pasado abril, se celebró la ceremonia de la firma del Acuerdo de París contra el cambio climático, que se había alcanzado en diciembre de 2015, con el objetivo de limitar el aumento de la temperatura del planeta. Este acuerdo no estaba exento de críticas, entre las que destacaba la (mera) voluntariedad de los compromisos de los países para reducir los gases de efecto invernadero. Pero, con la adhesión de China y Estados Unidos como los dos países más contaminantes del mundo, y con su entrada en vigor el pasado noviembre, apenas once meses después de haberse alcanzado, el Acuerdo era calificado por muchos como histórico. Si bien, 2017 comienza con la incertidumbre sobre cuál será el futuro de este Acuerdo con la llegada de Donald Trump, como exponente del negacionismo del cambio climático, a la Casa Blanca.
Dentro de España, y a nivel local, también el medio ambiente ha sido objeto de atención política y mediática en ciudades como Madrid, donde los episodios de alta contaminación han llevado al gobierno municipal a adoptar medidas de limitación de la velocidad y de restricción del tráfico. El pasado 29 de diciembre el Ayuntamiento aplicaba, por primera vez, la prohibición de circular por la almendra central de Madrid a la mitad de los coches como medida para combatir la alta contaminación de dióxido de nitrógeno. Las medidas de restricción del tráfico han sido duramente criticadas por Esperanza Aguirre, quien ha acusado al gobierno de Manuela Carmena de crear alarma social y de llevar a cabo una política ideológica que atenta contra el derecho de los ciudadanos a moverse por la ciudad.
En un contexto en el que el debate sobre el medio ambiente está cada vez más presente y en el que éste no sólo está ligado al ámbito de la salud pública, sino también al de la economía y la sostenibilidad, resulta interesante conocer cuáles son hoy las actitudes de la sociedad española hacia el medio ambiente y en qué medida los ciudadanos están dispuestos a asumir los costes individuales y sociales que van aparejados a un mayor cuidado y preservación del mismo.
El análisis del barómetro realizado el pasado mes de noviembre por el CIS y su comparación con datos anteriores nos permite tener una panorámica actualizada de cuáles son hoy esas actitudes. Primeramente encontramos que la ciudadanía se muestra muy interesada en los temas medioambientales. Así, de un listado que incluye siete temas, la ecología y el medio ambiente es el tercero que mayor interés suscita entre la ciudadanía, después de los avances médicos y los temas económicos y laborales; y por delante de los avances científicos y la cultura.
En los últimos veinte años ha crecido de forma significativa el interés que muestra la sociedad española por las noticias relacionadas con el medio ambiente. Si ahora el 76,1% de los ciudadanos declaran estar interesados por la ecología y el medio ambiente, frente a un 23,5% que reconoce abiertamente no estarlo, en 1996 el porcentaje de interesados no llegaba al 60% y el de no interesados ascendía al 40%
Ahora bien, a pesar del interés, son mayoría (casi el 56%) los que hoy en día consideran estar poco o nada informados acerca de los temas del medio ambiente. Y en esta área, no parece que en los últimos veinte años se hayan producido grandes avances, pues en 1996 los que decían lo mismo eran el 60% de la población.
Por otro lado, los ciudadanos se muestran pesimistas sobre el grado de preocupación que muestra la sociedad española en su conjunto por los problemas del medio ambiente. Tan sólo un 14,8% cree que la sociedad siente interés y preocupación por estos problemas. Frente a ellos, un 46,3% cree que “aunque (los españoles/as) están interesados/as, no están suficientemente preocupados/as” y un 35% se muestra aún más crítico al opinar que los españoles tienen muy poco interés y preocupación. Algo que, a su juicio, se debe, principalmente, a la falta de educación que existe en España en estos temas.
Preguntados por un listado en el que se incluyen un total de doce problemas ambientales, a los españoles les preocupa ante todo: “la contaminación provocada por el hombre de los ríos, lagos, arroyos y aguas subterráneas”; (54,8%), “el aumento de la temperatura de la Tierra” (53,1%); y el “agotamiento de los recursos naturales” (30,6%).
En términos generales, la mayoría de los ciudadanos perciben que los problemas del medio ambiente les afectan directamente y consideran que individualmente se puede contribuir a la protección del medio ambiente. Casi el 65% está totalmente o (simplemente) de acuerdo con la aseveración de que “los problemas del medio ambiente tienen un efecto en su vida diaria”. Más del 50% está en desacuerdo con las afirmaciones: “es muy difícil que una persona (como usted) pueda hacer algo por el medio ambiente”; “muchas de las afirmaciones sobre las amenazas al medio ambiente son exageradas”; y “le resulta difícil saber si su forma de vida es buena o mala para el medio ambiente”. Casi el 50% está en desacuerdo con la frase “no tiene sentido que usted personalmente haga todo lo que pueda por el medio ambiente, a menos que todos los demás hagan lo mismo”.
En la misma línea, encontramos que casi un 52% se muestra de acuerdo con el enunciado “hace todo lo que es bueno para el medio ambiente, aun cuando ello le cueste más dinero o le lleve más tiempo”. No obstante, a pesar de estas valoraciones que apuntarían a una elevada sensibilidad medioambiental, hasta casi un 41% de los españoles está de acuerdo con la afirmación de que “hay cosas más importantes en la vida que proteger el medio ambiente”, superando con creces a los que están en desacuerdo (29,2%) y a aquéllos que no están ni de acuerdo, ni en desacuerdo (27,5%). Si comparamos estas valoraciones con las que tenían los españoles en el año 2000, encontramos que el grado de concienciación medioambiental es ahora mayor. No obstante, también ahora es algo más elevado el porcentaje de los que opinan que, frente al medio ambiente, hay otras prioridades más importantes, pues hace dieciséis años la cifra de los que creían que “hay cosas más importantes en la vida que proteger el medio ambiente” no llegaba al 40%. Una variación que quizás se pueda explicar por el hecho de que en el año 2000 la situación económica era de bonanza y ahora está marcada por la recuperación de los aún muy visibles estragos sociales de la crisis vivida en los últimos años.
La percepción que se tiene del medio ambiente como prioridad en función del contexto económico también puede contribuir a explicar por qué entre 2009 y 2011, los años más duros de la crisis económica, se revertió la tendencia de considerar que eran pocos los recursos públicos destinados a la protección del medio ambiente, pasando en esos años a ser predominante la opinión de que éstos eran los adecuados. Una percepción que en los últimos años ha vuelto a cambiar, siendo otra vez predominante la valoración de que el gasto público destinado en España al medio ambiente es insuficiente.
Nota: La pregunta formulada en los cuestionarios del CIS es “Como Ud. sabe, las distintas administraciones públicas destinan el dinero que en España pagamos en impuestos a financiar los servicios públicos y prestaciones de las que venimos hablando. Dígame, por favor, si cree que dedican demasiados, los justos o muy pocos recursos a cada uno de los servicios que le voy a mencionar”.
Cuando se pregunta a los ciudadanos por su hábitos concretos relacionados con el medio ambiente, una amplia mayoría (más del 60%) señala que, de forma habitual, “utiliza los puntos limpios o llama a su Ayuntamiento para deshacerse de electrodomésticos y/o aparatos eléctricos que ya no sirven”, separa de la basura, el vidrio, el plástico y el cartón, y “cuando compra electrodomésticos, elige los de bajo consumo energético”.
Si el reciclaje parece haberse convertido en una práctica habitual, otras rutinas beneficiosas para el medio ambiente no parecen estar tan extendidas en España. Por ejemplo, tan sólo un tercio de los ciudadanos busca habitualmente productos con envases que se puedan reutilizar y no llega a un tercio el porcentaje de los que reconocen que, de forma habitual, procura comprar productos mínimamente envasados o empaquetados, ni el de los que, a la hora de comprar un coche o moto, tengan en cuenta que sea el menos contaminante. Hasta un 45% reconoce que nunca ha dejado de utilizar su coche por razones medioambientales, frente a un 16,9% que declara haberlo hecho algunas veces.
¿Hasta qué punto estarían dispuestos los españoles a pagar más para proteger el medio ambiente? Aquí es donde encontramos más contradicciones y reticencias. Por un lado, y siguiendo los resultados del barómetro de noviembre del CIS, existe una abrumadora mayoría (74,8%) que (en genérico) está muy o bastante a favor de “dedicar más recursos para proteger el medio ambiente”. Pero, por otro, desciende al 46% el porcentaje de los que consideran “que la defensa y conservación del medio ambiente es absolutamente necesaria, aunque su protección suponga a veces costes altos”. Son, en cambio, mayoría los que creen que el medio ambiente debe ser protegido, siempre que las medidas necesarias para ello no resulten demasiado costosas (28,4%) o no supongan un coste adicional para los ciudadanos (22,8%). Formulada la pregunta en términos más concretos, un 38,7% estaría a favor de pagar precios más elevados para proteger el medio ambiente, frente a un 30,5% que se muestra en contra y un 26,3% que no está ni a favor, ni en contra.
De este modo, se observa cómo en el conjunto de la población española hay un gran interés y preocupación por los problemas relacionados con el medio ambiente. Los ciudadanos también reconocen que hay una gran parte de responsabilidad individual en la protección ambiental. Sin embargo, y pese a que la sociedad española es partidaria de destinar (colectivamente) más recursos públicos para proteger el medio ambiente, se detecta un fuerte rechazo a pagar individualmente precios más elevados o a asumir costes adicionales para lograrlo. Desde el punto de vista político, es en esa ambivalencia donde el PP de Madrid puede tratar de incidir para convertir el medio ambiente en un tema de confrontación política que le dé réditos electorales.
De acuerdo con los datos del CIS, sigue habiendo una marcada división entre los electores de izquierda que sienten un mayor interés y preocupación por los problemas medioambientes, que los que se sitúan a la derecha. Pero entre el electorado de derechas (desde la extrema derecha al centro derecha) es predominante la opinión de que las afirmaciones sobre las amenazas al medio ambiente no son exageradas y que los problemas medioambientales tienen un efecto directo en su vida diaria. Tan sólo el 24,5% de los electores que votaron al PP en las últimas elecciones generales considera que las amenazas al medio ambiente son exageradas. Por tanto, en lo que a minimización o negación de los problemas medioambientales se refiere, no parece que los populares puedan tener demasiado éxito, ni siquiera entre sus votantes. Menos aún si cada vez se conocen más evidencias de cómo la contaminación repercute en la salud.
En cambio, las críticas del PP de Madrid podrían tener cierto recorrido entre sus votantes, en lo que se refiere al argumento de la falta de proporcionalidad, ineficacia y elevado coste de las medidas tomadas para combatir la contaminación. Junto a los votantes de Ciudadanos, son los electores del PP los que en mayor medida creen (33,2%) que el medio ambiente debe ser protegido siempre que las medidas necesarias para ello no resulten demasiado costosas y los que más en contra (33,1%) están de pagar precios más elevados para proteger el medio ambiente.
En todo caso, si tenemos en cuenta las actitudes de la sociedad española y las de los votantes del PP en particular, la utilización del medio ambiente como tema de confrontación política podría resultar contraproducente para los populares. Por un lado, las críticas de PP de Madrid, con Esperanza Aguirre a la cabeza, podrían poner en una situación incómoda al gobierno de Rajoy y a Génova, dado que en el ámbito del medio ambiente, y tras algunos traspiés de Rajoy en su etapa de líder de la oposición, en la que coqueteó con el negacionismo climático, los populares no han querido “significarse” públicamente. Por otro lado, y como consecuencia de la oposición ejercida por el PP de Madrid, los esfuerzos para luchar contra la contaminación pueden convertirse en una de las banderas más identificables de la gestión del equipo de Manuela Carmena. En este sentido, no se puede descartar que el PP sopese los riesgos y decida adoptar una estrategia de oposición en Madrid menos combativa y radical en este ámbito, a no ser que cuenten con elementos suficientes para enfocar sus críticas por las formas (mala gestión) y no por el fondo (necesidad de luchar contra la contaminación).
Fuente: https://www.weforum.org/
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