La megalómana ciudad de un millón de plantas con la que China quiere volver a respirar aire puro
China siempre ha estado liderando las listas de países más contaminantes y más contaminados. En diciembre de 2016 una nube tóxica asfixió a casi una sexta parte del territorio y a un tercio de la población del país. La contaminación del aire era 20 veces superior a lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud. En enero empeoró. Ni las mascarillas eran suficientes.
Un reciente estudio calculó que detrás de la vorágine industrial se esconden 110.000 muertes prematuras anuales en China y más de 3.100 muertes prematuras al año en Europa Occidental y Estados Unidos. Ante este funesto escenario, China trabaja por salvar su estabilidad social y ya ha apostado por el coche eléctrico. Ahora quieren un futuro donde las ciudades sean pulmones naturales, y ya está en marcha la primera ciudad bosque en China.
En marcha un pulmón para China
Un ambicioso proyecto quiere acabar con su mortal nube de contaminación a través de una ciudad bosque que albergará a 30.000 personas, 1 millón de plantas y 40.000 árboles, que se espera que generen 900 toneladas de oxígeno al año. Comisionado por la ciudad de Liuzhou, en el centro de la región autónoma de Guangxi, el proyecto ha sido diseñado por el arquitecto italiano Stefano Boeri. Y ya está en marcha.
A lo largo y ancho de 1,75 km², la ciudad bosque de Liuzhou estará conectada mediante una vía rápida para coches eléctricos y tranvías y usará energía solar y geotérmica, lo que la hará totalmente autosuficiente. Albergará además de áreas residenciales y comerciales, espacios de ocio, dos escuelas y un hospital.
La gran innovación del proyecto de Stefano Boeri es la presencia de plantas y árboles sobre cada edificio, de todos los tamaños y funciones: 40.000 árboles y casi 1 millón de plantas de más de 100 especies que se espera que absorban 10.000 toneladas de dióxido de carbono y 57 toneladas de contaminantes al año.
Aquel time lapse que mostraba cómo una nube tóxica se apoderaba de Pekín por la mañana dejó a medio mundo con la boca abierta. En casa, los que se lo pueden permitir tienen purificadores de aire, sistemas de ventilación, sistemas de tratamiento del agua… Para los que no tienen recursos, una mascarilla. Están indefensos. Lo único que pueden hacer es evitar salir cuando la nube tóxica arrecia.
La difusión de las plantas, no sólo en los parques y jardines o a lo largo de las calles, sino también sobre fachadas de edificios, permitirá disminuir la temperatura media del aire, crear barreras contra el ruido y generar un hábitat para los animales, aves e insectos que habitan en la ciudad china.
Pero no es ni mucho menos el primer proyecto de este tipo. El mismo arquitecto que hay detrás de este bosque urbano ha firmado el famoso bosque vertical en Milán finalizado en 2014 y las dos torres-bosque cuya construcción ya está en marcha en Taiwán.
De nuevo la fotosíntesis y otros procesos de las plantas serán la característica principal del edificio, de modo que la vegetación absorba 25 toneladas de dióxido de carbono al año, mientras producen unos 60 kilogramos de oxígeno.
En 2015 China se posicionó como nación líder para la movilidad eléctrica, al menos en lo que se refiere a volumen de ventas, y en 2016 ya se vendían más coches eléctricos que nunca. Pero no se trata solo de coches; el carbón sigue pesando mucho, y la transición hacia las energías limpias será lenta. Desde occidente contribuimos a que este problema estructural siga creciendo a través un consumismo descontrolado; a nosotros nos sale barato, a ellos muy caro.
En este mapa interactivo de AirVisual puedes ver en tiempo real los niveles de contaminación de cualquier parte del planeta así como la dirección del viento. En el continente asiático, vemos que los colores rojo y violáceo son los protagonistas. ¿Qué significa? Que están en cifras consideradas peligrosas para la salud.
Fuente: https://www.weforum.org/
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