Adair Turner: En unos 20 años, muchos países podrán obtener la mayor parte de su electricidad de fuentes renovables a un precio asequible
Este verano, una subasta de energía eléctrica en Chile atrajo propuestas exitosas de generadores eólicos dispuestos a proporcionar electricidad a $ 0,04 por kilovatio hora y generadoras solares a $ 0,03 por kwh, superando fácilmente a sus competidores del ámbito de los combustibles fósiles. Su éxito refleja las grandes reducciones de costes que han ocurrido a lo largo de los últimos seis años, en que han bajado en cerca de un 70% y un 30%, para la energía solar y eólica, respectivamente. Es inevitable que lo sigan haciendo.
Por supuesto, no siempre el sol brilla ni el viento sopla, pero es cada vez más factible solucionar los problemas de intermitencia, a medida que bajan los costes de las baterías y otros sistemas de almacenamiento de energía, y los medidores y otros sistemas de control inteligente permiten cambiar la regulación de parte de la demanda. Hoy tenemos la certeza de que en unos 20 años, muchos países podrán obtener la mayor parte de su electricidad de fuentes renovables a un precio asequible.
No hay duda de que para los parques solares y eólicos se requieren grandes terrenos, pero a nivel global hay espacio de sobra.
La energía solar que llega a la Tierra equivale a más de 5000 veces el consumo humano actual. Es probable que la demanda se duplique si la población mundial crece (como sugieren las proyecciones de la ONU) de los 7,2 mil millones actuales a los 11 mil millones de habitantes para el año 2100, y todas estas personas logran estándares de vida que hoy sólo se disfrutan en las economías desarrolladas. Y los paneles solares actuales pueden convertir en electricidad sólo cerca de un 20% de la energía solar (aunque es una proporción que aumentará con el tiempo). Pero incluso si se toman en cuenta estos factores, las estimaciones de espacio necesario para que la energía solar alimente al mundo entero son razonablemente bajas, entre un 0,5 y un 1% del área terrestre mundial.
Sin embargo, los retos varían mucho según el país, reflejando las enormes diferencias de densidad poblacional. Chile tiene 24 habitantes por kilómetro cuadrado, Estados Unidos 35 e India 441 (cifra que probablemente llegue a los 570 para 2050), mientras que Bangladesh ya ha superado los 1200. En la actualidad, la población de Uganda es de 195 habitantes por kilómetro cuadrado, pero podría llegar a cerca de 1000 en 2100. El nivel de China se mantendrá estable, un moderado 145 por kilómetro cuadrado, en que las regiones costeras densamente pobladas se compensarán con las grandes extensiones de desierto y montañas al oeste.
Los terrenos que se destinen a la generación eólica afectan la agricultura, porque entre las turbinas es posible sembrar cultivos y pueden pastar los animales. Pero la mayor densidad poblacional hace más difícil y costoso depender de las renovables únicamente. Si Corea del Sur, con una densidad de población de 517, intentara satisfacer todas sus necesidades energéticas con energía eólica, tendría que cubrir la totalidad de su territorio con parques eólicos.
Y en países lo suficientemente ricos como para preocuparse de la belleza paisajística, una mayor densidad poblacional encarecería las energías limpias. En el Reino Unido, donde la densidad poblacional general es de 267 por kilómetro cuadrado (pero 413 en Inglaterra), el actual gobierno se opone a instalar nuevos parques eólicos costeros debido a su impacto estético adverso. Como resultado, el país tendrá que depender enteramente de la electricidad nuclear y eólica terrestre para desarrollar una economía con bajo consumo de carbono, lo que añadiría entre 2 y 3 céntimos por kilovatio hora al coste de la electricidad.
Sin embargo, los mayores desafíos serán algunos que ya enfrentan ciertas economías emergentes y que varios países africanos deberán afrontar en el futuro. India y Bangladesh, con densidades poblacionales de 8 y 22 veces el promedio global, tendrían que destinar respectivamente un 4% y más de un 10% de su territorio a parques solares para satisfacer la totalidad de sus necesidades energéticas.
Más aún, en la India (a diferencia de Chile o Estados Unidos) la competencia entre usos alternativos de la tierra ya es intensa en ciertas áreas. Por ejemplo, su ambición de desarrollar un gran sector manufacturero a veces se ha visto obstaculizada por disputas contenciosas y hasta violentas sobre la asignación de las tierras. En algunas partes del país, como el desierto de Rajastán, será posible el desarrollo de instalaciones solares de gran tamaño; en otras áreas la disponibilidad de terrenos podría limitar su factibilidad. Y si bien en las áreas urbanas se pueden y deben instalar paneles solares, por ejemplo en los techos, los costes serán más altos que en los países donde haya terrenos de más fácil disposición.
Eso significa que, mientras las energías renovables deben jugar un papel de importancia en la descarbonización mundial, en algunos países otras tecnologías pueden hacer mejor ese trabajo, como la energía nuclear o la captura y almacenamiento de carbono. Y las mejoras a la productividad energética (por ejemplo, a través de un mejor diseño urbano) que permitan elevar el ingreso al tiempo que limitan la energía necesaria para ello adquirirán más importancia en los países con mayor densidad poblacional donde sea más difícil la descarbonización.
De hecho, algunos de los países con mayor densidad poblacional se enfrentan a una doble desventaja: a menudo son los más expuestos a los efectos adversos del cambio climático, y puede resultarles más difícil desarrollar economías con bajo consumo de carbono. A la inversa, algunos países que ya son ricos y tienen densidades poblacionales menores (Estados Unidos, Australia, Chile) cuentan con suficiente espacio para construir sistemas energéticos de bajo carbono a muy bajo coste y con consecuencias insignificantes para la disponibilidad de tierras agrícolas o la estética del paisaje.
Todo esto puede tener implicaciones importantes para el comercio global. La revolución del gas de esquisto ya ha aumentado la perspectiva de que la manufactura con alto uso de energía pueda volver a Estados Unidos y, a medida que la automatización vaya quitando importancia a las diferencias en los costes laborales, las energías renovables de bajo coste puedan impulsar aún más la “repatriación de las actividades”. Pero eso complicaría más aún la capacidad de las economías emergentes de generar empleo suficiente para sus poblaciones en rápido crecimiento.
Los grandes avances en electricidad renovable son enormemente positivos, pero sus beneficios se pueden aprovechar en los países desarrollados y relativamente menos poblados. Para hacer posible que los países menos dotados desarrollen con éxito economías con bajo consumo de carbono serán necesarias muchas otras tecnologías y políticas bien diseñadas, tanto internas como exteriores.
Fuente: https://www.weforum.org/
Share this content:
Publicar comentario
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.