El ex presidente de Colombia dice que COVID-19 muestra la importancia de escuchar a los pueblos indígenas sobre cómo tratamos al planeta
- El ex presidente de Colombia Juan Manuel Santos implora a los líderes mundiales que escuchen a los pueblos indígenas, especialmente en lo que respecta al medio ambiente.
- La pandemia de coronavirus es otra amenaza global que requiere que reimaginemos nuestra relación con la naturaleza.
- A medida que más líderes se retiran de la ciencia y de la colaboración mundial, la sabiduría de los pueblos indígenas puede mostrarnos el camino.
El día de mi posesión como Presidente de Colombia en el 2010, recibí un importante consejo de nuestros “hermanos mayores” – los pueblos indígenas que habitan la Sierra Nevada de Santa Marta: “busque la paz y la reconciliación entre los colombianos pero también con la Madre Naturaleza, porque ella está enfurecida, está fuera de control por la forma en que está siendo maltratada.”
Hoy ese consejo es una advertencia que no da espera, una advertencia que todas las personas y todos los gobiernos en el planeta deben escuchar.
La humanidad y la naturaleza están más desalineadas que nunca. El mundo ha visto una preocupante disminución de las especies, con más de un millón en riesgo de extinción. Las temperaturas suben y suben, generando inundaciones e incendios a lo largo y ancho del mundo. Una pandemia, probablemente desatada por las intenciones del hombre de dominar la naturaleza, está acabando con miles de vidas y con las economías.
Estas amenazas globales solo podrán resolverse a través de una acción global. Sin embargo, la mayoría de las naciones aún se aferran a la ilusión de que pueden sobrevivir aisladas; de que sus fronteras, de alguna manera, se protegen solas mientras el resto del planeta arde.
Los que hemos trajinado en la política entendemos esa tentación, pero hoy el llamado a los líderes mundiales es para que no caigan en ella. Por el contrario, hay que repensar nuestra relación con la naturaleza y escuchar la voz de los pueblos indígenas, por tanto tiempo ignorada. A pesar de que solo representan el 5% de la población mundial, los pueblos indígenas no solo se encargan de sostener muchos de los ecosistemas mejor conservados en la tierra, sino que administran más de una cuarta parte de la tierra del mundo y protegen el 80% de la biodiversidad global.
El día en que asumí la Presidencia de Colombia, antes de mi posesión oficial, fui a uno de los pueblos ceremoniales en lo más alto de la Sierra y me reuní con los líderes indígenas –los mamos– y, en un gesto de respeto, les pedí su bendición para posesionarme. Al darme su asentimiento me entregaron un bastón de mando y un collar con cuatro piedras: una representa la tierra que debemos cuidar; otra representa el agua que es la fuente de la vida; otra representa la naturaleza con la que debemos estar en armonía, y la cuarta representa el gobierno, que debe respetar el orden de la naturaleza y la voluntad del Creador.
Estos líderes transformaron mi visión de la Tierra y sus recursos. Me recordaron que el concepto de nación no debe imponerse sobre el concepto de humanidad, y que la humanidad no debe separarse nunca de la naturaleza.
Traté de tener eso en mente durante los ocho años de mi gobierno: cuando acabamos un conflicto de medio siglo que causaba un tremendo daño a las comunidades y al medio ambiente; cuando declaramos como área protegida un territorio más grande que Alemania; o cuando aprobamos un impuesto al carbono para combatir el cambio climático.
Estas acciones fueron buenas para Colombia y para el planeta. Colombia es el país más biodiverso del mundo por kilómetro cuadrado, hogar de ecosistemas costeros, marinos y de montaña únicos, que benefician a toda la región. Pero son estas características las que precisamente nos hacen más vulnerables al cambio climático.
Al igual que los otros países, Colombia no existe sola. Siempre estaremos expuestos al impacto de lo que ocurre más allá de nuestras fronteras. El COVID-19 ha reafirmado esto. Por esa razón, promovimos los Objetivos de Desarrollo Sostenible en la Cumbre de Rio+20 en el 2012 y apoyamos decididamente el Acuerdo de París. Y por eso ha sido tan grande la decepción en los últimos años de ver algunos países darle la espalda a la cooperación internacional o inclusive pretender destruir el orden mundial.
Se ha vuelto de alguna manera normal cuestionar la ciencia y las lecciones que debíamos haber aprendido de los pueblos indígenas. Se han ignorado, por ejemplo, los peligros derivados de sacar a los animales salvajes de sus hábitats y llevarlos a ciudades superpobladas. Estamos sufriendo las consecuencias. Y contra toda lógica, la priorización del cambio climático y la protección ambiental brilla por su ausencia en las políticas de muchos líderes mundiales.
Ahora nos enfrentamos a un desastre de salud pública que ha costado más de 300.000 vidas, ha arruinado las economías y ha empujado a las naciones y a las organizaciones internacionales a su punto de quiebre.
La historia nos ha enseñado que la paz no se da por generación espontánea. Es importante que cuando la humanidad haya ganado la batalla contra este virus, no se permita el ascenso del nacionalismo ni del autoritarismo, sino que construyamos puentes entre naciones y sanemos heridas.
Los pueblos indígenas han tratado de mostrarnos el camino. Ellos entienden la conexión entre el hombre y la naturaleza mejor que lo que podría aspirar cualquier político o científico. Siguiendo su sabiduría, podremos salvarnos y salvar al planeta.
Juan Manuel Santos es expresidente de Colombia, Premio Nobel de Paz 2016, Miembro de The Elders y Fellow de Conservation International.
Fuente: https://es.weforum.org/
Escrito por
Juan Manuel Santos, Conservation International Arnhold Distinguished Fellow, Former President of Colombia, 2016 Nobel Peace Prize Laureate
Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no del Blog Dialld.
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